martes, 15 de octubre de 2013

Sentir
 Esperando como quien no espera y sólo hace carne la muy nombrada “esperanza”,
ahí en lo profundo del ser una sutil voz con un sonido que ensordece grita:
“¡Ay, alma mía cuándo terminará lo que nunca comenzó!”
Entonces el alma dirá al alma “qué espera a la que me convocas,
qué agonía esta que anhelas”.
Ese día el dolor será tal que en la hondura de la pena veré
como la ilusión de un alma errante se irá para siempre;
y como el viento, que no se ve pero que siempre es percibible y en ocasiones disfrutable,
te dejaré partir
y será la despedida de aquello que hizo contemplable el dolor.
Entonces, no tendrá sentido el sentir y aunque el alma mía deba esperar 19 días y más de 500 noches,
verá una fuente que está llena por no tener nada,
ni siquiera el padecimiento que un día le acompañó.

LUS